viernes, 7 de mayo de 2010

PÁNICO EN LA ALMACÉN

Hace tiempo, descubrí un secreto. Ahora no lo voy a contar, pero os explicaré como después de descubrirlo me tendieron una trampa.

Me encontraba en una playa de vacaciones de verano, era de noche y tenia frío, me tumbé en una hamaca que había en la playa con una manta encima. Tenía mucho sueño y quería irme a dormir pronto. Me quede mirando fijamente una de las estrellas cuando de pronto vi que ese puntito blanco caía hacia mí. Cayó en mi nariz. Me preguntaba qué era eso. De pronto vi que más puntitos blancos iban cayendo en sitios diferente. Desesperada intente entrar dentro del hotel pero la puerta estaba cerrada. Corriendo como una loca me fui a otro sitio dentro de la ciudad. Pero dentro de la parcela del hotel vi una especie de pared gruesa y muy alta. Me pregunte por qué antes no estaba. Caí en la conclusión de que estaba atrapada dentro del recinto del hotel. También caí en la conclusión de que ese cielo era de mentira y los puntitos blancos estaban enganchados a una manta negra y grande que hacia ver que era el cielo. De pronto las farolas y luces del césped del hotel se habían apagado. Mire la hora con dificultad, eran las 2 de la mañana. Era extraño y confuso, pero como sabia que ese cielo era de pega pude mantener la calma durante unos segundos.
Vi una luz brillante que se movía de un lado hacia el otro dentro de un almacén que estaba en el césped del hotel. Con curiosidad fui. Entre y miré. Nada. No había absolutamente nada, tan solo una bombilla que se movía como si alguien le hubiese dado un golpe.
Tenía muchísimo miedo, nunca había tenido tanto cuando de pronto... La bombilla se paró en seco. Me temblaban las piernas. Escuche detrás mío que la puerta se abría lentamente. Giré la cabeza despacio, pero tampoco había nada. Para calmar el miedo pensé y repetí varias veces que era el viento. Me calme un poco y cuando giré la cabeza de golpe... Allí estaba. Una persona que no la conocía de nada. De pie, con los ojos medio cerrados mirándome, los ojos estaban borrosos. Tenía un brazo roto. Tenía la piel blanca como la leche. Con su brazo bueno toco la bombilla e hizo que se moviera como antes. Fue él, pensé. La bombilla se volvió a parar en seco y se apagó. Estaba gritando, me quedé afónica de tanto gritar. Tenía miedo de que me cogiese ese hombre que para mi estaba muerto. Se encendió la bombilla y... No estaba. Después de unos segundos se encendió de nuevo y... Allí estaban, muertos vivientes. Unos sin piernas arrastrándose hacia mí y otros sin brazos... Habría más o menos 12. Todos acercándose hacia mi. Se apago la luz.
Más tarde descubrí que yo misma estaba persiguiendo a otras personas que antes estaban en mi lugar, junto con otros muertos vivientes que ahora eran igual que yo. Me di cuenta de que todas esas personas también sabían el mismo secreto que yo descubrí por mi misma sobre la N.A.S.A.